La Contribuiciones de Humberto Maturana a
las Ciencias de la Complejidad y a la Psicolog�a
Alfredo B. Ruiz
Instituto de Terapia Cognitiva INTECO - Santiago de Chile

www.inteco.cl
p�g. 1/4
Traducido por: Fernando Gonz�lez (1a)
Universidad Aut�noma de Sinaloa
Culiac�n, Sin. M�XICO
Enero de 1997.


S�NTESIS
Este trabajo intenta presentar las m�s importantes contribuciones de Humberto Maturana
R. al campo de la psicolog�a, en un esfuerzo de revelarlas directamente. La principal
conclusi�n es que Maturana expande el entendimiento de lo humano y la terapia a trav�s
de revelar la biolog�a del observador.
Palabras clave: sist�mico, autopoiesis, determinismo estructural, lenguaje, emocionar.

NOTAS INTRODUCTORIAS
La psicolog�a contempor�nea a�n parece estar muy influenciada por los paradigmas
empiristas que aceptan una realidad �nica y universal que es igual para todos y cada uno,
y que existe independientemente del observar del observador. De acuerdo a esta manera
de pensar, las habilidades cognoscitivas de un organismo son esencialmente pasivas,
respondiendo a un orden externo en el que el significado de las cosas ha sido previa y
objetivamente definido. En esta mirada, la mente humana evoluciona como un receptor
pasivo del orden externo, que la determinar� casi en su totalidad (Guidano, 1991 a; Ruiz,
1992). La r�gida simplicidad de esta posici�n, sin embargo, ha entrado a un profunda crisis
en los �ltimos 20 a�os. Como resultado del quiebre de este paradigma empirista, estamos
actualmente atestiguando la convergencia interdisciplinaria desde la cual se est� abriendo
un espacio hacia una perspectiva completamente diferente: la de las ciencias de la
complejidad (Guidano, 1991a; Mahoney, 1991) por un lado, y la biolog�a del
conocimiento(Maturana, 1987), por el otro.

En la medida que estas perspectivas alternativas consideran a los organismos vivos en
t�rminos de su complejidad, podemos notar desde el mero comienzo un �nfasis tanto en su
autodeterminaci�n, como en su curso abierto y pl�stico de evoluci�n y desarrollo
(Guidano, 1991a). El elemento b�sico en esta perspectiva es un cambio en las nociones de
realidad y del observador. Esto a llevado a un cambio radical en el ver a la relaci�n
observador/observado, en la que el tener acceso a una realidad �nica e independiente
aparte del observador ya no es aceptada, mientras que se adopta la posici�n contraria de
aceptar tantas realidades como formas de vivir emerjan de cada ser (Guidano, 1991b;
Ruiz, 1992), o tantas realidades como dominios de explicaciones el observador pueda
proponer (Maturana, 1987).

La contribuci�n de Humberto Maturana R. a las ciencias de la complejidad es reconocida
asicomo tambi�n su influencia en el pensamiento y la investigaci�n de muchos cient�ficos
relacionados con ellas (Mahoney, 1991).

Cuando hacia el final de su vida le preguntaron a Bateson sobre qui�n m�s podr�a
continuar el estudio de la 'Creatura', �l contest� que "el centro para este estudio est�
ahora en Santiago, Chile, bajo un hombre llamado Maturana" (citado en Dell, 1985, p. 5).
En la misma vena, te�ricos y psicoterapeutas tales como Guidano (1991b) y Arciero
(1989), al referirse a la visi�n de Maturana, hablan de la "Escuela Chilena". La contribuci�n
de la teor�a de Maturana a la psicoterapia es completamente reconocida. De hecho, �l es
frecuentemente invitado a las conferencias de psicoterapia en Chile y en el extranjero.
Adem�s, su contribuci�n es llevada a la pr�ctica directamente a trav�s de sus ense�anzas
en los programas de entrenamiento para psicoterapeutas en varias instituciones en Chile.
El prop�sito de este art�culo es el de discutir algunos de los aspectos m�s importantes de
la contribuci�n de Maturana en relaci�n con la psicolog�a y la psicoterapia.


LA TEOR�A BIOL�GICA DEL CONOCIMIENTO COMO UN SISTEMA UNITARIO
EXPLICATIVO DE LA VIDA
Tal y como lo mencionamos antes, una convergencia interdisciplinaria ha llevado a cambios
epistemol�gicos en la relaci�n observador/observado.
La contribuci�n de Maturana a esta nueva proposici�n epistemol�gica es fundamental. El
es, junto con Lorenz (1973), uno de los primeros cient�ficos de la biolog�a que propusieron
que el conocer es un fen�meno biol�gico que puede solamente ser estudiado y conocido
como tal, y que ha desarrollado una completa teor�a biol�gica consistente con esta
mirada. Adem�s, �l propone que la misma vida debe ser entendida como un proceso de
conocimiento, en la realizaci�n del vivir en congruencia con el medio. El trabajo de
Maturana puede ser, por lo tanto, caracterizado como un sistema explicativo ontol�gico
unitario de la vida y de la experiencia humana. Es ontol�gico porque visualiza a la
experiencia humana desde un punto de vista situado dentro de las condiciones de
constituci�n de lo humano y no desde una posici�n externa, y es explicativo porque
propone una mirada de la din�mica de relaciones que genera los fen�menos del
conocimiento.

En la medida que su entendimiento de los sistemas biol�gicos va emergiendo, el enfoque
de Maturana nos lleva a reflexionar sobre la condiciones que nos permiten el explicar todo
lo que ocurre en la vida como fen�meno del vivir. Desde este punto de vista, la psicolog�a
es parte de la biolog�a ya que los fen�menos que ella estudia ocurren en el proceso del
vivir de los seres humanos. Al mismo tiempo, Maturana reconoce que la psicolog�a tiene su
propio dominio, como el dominio de estudio de la din�mica de relaciones e interacciones
que ocurren entre organismos completos, y �l no intenta un enfoque reduccionista.
(Maturana, 1995).

En el pensamiento de Maturana, la mente es un fen�meno que pertenece a la din�mica
relacional del organismo. En su mirada, la mente, como un fen�meno relacional, surge en la
relaci�n entre organismos y el medio de la misma manera que el caminar surge desde un
movimiento de las piernas en relaci�n con el suelo o como un desplazamiento del cuerpo.
Maturana tambi�n sostiene que debido a que el sistema nervioso cambia a lo largo del
crecimiento del ni�o (y durante toda la vida de la persona) en una manera contingente a
su vivir en el lenguaje, la conducta lenguajeante es generada a�n y cuando estamos
solos. El tambi�n sostiene que es posible y as� es como pasa, que en nuestra soledad
humana podemos tener experiencias que podemos distinguir como experiencias mentales
porque ellas tienen sentido en nuestro dominio de relaciones como seres lenguajeantes.

Esta forma de ver a la mente, y la manera general de pensar de Maturana, tiene
consecuencias incalculables para la psicoterapia. Para empezar, cualquier cambio que surja
en los sistemas humanos por la intervenci�n de un psicoterapeuta tiene que ser siempre
entendido como una reorganizaci�n de la experiencia del paciente determinada por el
mismo paciente, y no por el terapeuta. As�, el terapeuta, puede s�lo generar
perturbaciones en el paciente que pueden gatillar su reorganizaci�n mental, pero nunca
especificarla. Dicho directamente, el terapeuta s�lo puede gatillar, pero o especificar lo
que pasa en el paciente.


CONSIDERACIONES EPISTEMOL�GICAS
Suger� anteriormente que Maturana propone una teor�a explicativa de la experiencia
humana. Por esta raz�n deber� ahora analizar c�mo �l trata los siguientes problemas
epistemol�gicos: explicaci�n cient�fica, determinismo estructural, y sistemas vivientes
como sistemas determinados estructuralmente.

Explicaciones cient�ficas
De acuerdo a Maturana (1987 y 1990), una explicaci�n cient�fica consiste en la
proposici�n de un mecanismo o proceso generativo que, si se le deja operar, dar� origen
en el dominio de las experiencias del observador a la experiencia que �l o ella quiere
explicar en una manera que satisface lo que Maturana llama el criterio de validaci�n de las
explicaciones cient�ficas. Este criterio de validaci�n consiste en la satisfacci�n de las
cuatro condiciones siguientes:
i. Descripci�n de lo que un observador tiene que hacer para vivir la experiencia a explicar.
ii. Proposici�n de un mecanismo generativo que si se le deja operar genera en el
observador la experiencia a explicar.
iii. Deducci�n de todas las coherencias operacionales implicadas en (ii), o de otras
experiencias posibles, y de lo que el observador tiene que hacer para vivirlas.
iv. Realizaci�n de lo deducido en (iii), y si pasa, entonces, el punto (ii), se convierte en
una explicaci�n cient�fica.

La aplicaci�n del criterio de validaci�n de las explicaciones cient�ficas tiene dos
consecuencias b�sicas:
1. La experiencia del fen�meno a ser experienciado y el mecanismo generativo pertenecen
a dos dominios fenom�nicos no intersectables; y
2. Las explicaciones cient�ficas no constituyen una reducci�n fenom�nica y son
constitutivamente no reduccionistas.
Concordantemente, si nuestro prop�sito fuera el de proveer una explicaci�n cient�fica de
c�mo la psicoterapia trabaja, tendr�amos que proponer un mecanismo generativo para los
efectos terap�uticos en el contexto del criterio de validaci�n de las explicaciones
cient�ficas.

De acuerdo a Maturana, todo argumento explicativo est� fundado en una aceptaci�n
impl�cita o expl�cita de la noci�n del determinismo estructural. Esto es, est�n fundadas en
el entendimiento de que la operaci�n de todo sistema, tanto en su din�mica interna como
en su din�mica relacional, depende de su estructura. La noci�n de determinismo
estructural es una abstracci�n descriptiva de las coherencias de las experiencias del
observador en su operaci�n como ser viviente, y de lo que �l o ella hace cuando �l o ella
reflexiona sobre las regularidades de lo que �l o ella experiencia en el vivir en tanto que �l
o ella tratan de explicarlas. A�n la noci�n de probabilidad tiene valor solamente en la
aceptaci�n impl�cita o expl�cita de que un observador opera en un dominio de determinismo
estructural como trasfondo que es directamente inobservable.

Las nociones de sistema y de mecanismo implican en s� mismas las nociones de
determinismo estructural. Las explicaciones cient�ficas est�n fundadas en el determinismo
estructural, debido a que ellas consisten en la proposici�n de mecanismos generativos que
si se les deja operar dan lugar a las experiencias a ser explicadas (Maturana, 1990). Todo
sistema opera de acuerdo a su estructura, esto es, de acuerdo a c�mo est� hecho, en el
interjuego de las propiedades de sus componentes. Un sistema que opera de esta manera
es un sistema determinado estructuralmente. La estructura de tal sistema determina todo
lo que ocurre en �l o a �l en t�rminos de sus cambios internos as� como en t�rminos de lo
que �l puede encontrar en una interacci�n (Maturana y Mpodozis, 1992).


Sistemas vivientes como sistemas autopoi�ticos determinados estructuralmente
Sistemas vivientes y fisiolog�a

De acuerdo a Maturana, desde una perspectiva biol�gica, los sistemas vivientes son
sistemas determinados estructuralmente. Por lo tanto todo lo que ocurre en ellos, ocurre
en cada instante como parte de su din�mica estructural de ese momento, y esta
determinado por ese momento. Esto implica que todos los cambios estructurales que un
sistema viviente sufre como consecuencia de sus interacciones con su ambiente no est�n
determinados por los agentes externos que el observador ve como actuando sobre �l, sino
que est�n determinados por la din�mica estructural del ser vivo (ver Maturana, 1975).

Por lo tanto, en su din�mica de interacciones un sistema viviente es tocado solamente por
aquellos agentes externos que su estructura admite y que as� especifica. Por lo tanto, el
cambio estructural del ser vivo sigue un curso que es indiferente a la caracterizaci�n que
un observador hace de su ambiente, pero de una manera contingente al curso de sus
encuentros estructurales con el medio en el cual vive (Maturana y Mpodozis, 1992).

De acuerdo a Maturana, los sistemas vivientes como todos los sistemas son entidades
compuestas estructuralmente determinadas que existen en dos dominios fenom�nicos que
no se intersectan, a saber:
a) el domino de la operaci�n de sus componentes, esto es, el dominio de su din�mica
estructural; y
b) el domino en el que ellos son totalidades y operan como tales.
Como estos dos dominios fenom�nicos no se intersectan, no es posible hacer reducci�n
fenom�nica entre ellos. En el caso particular de un sistema viviente, estos dos dominios
fenom�nicos son los dominios de su anatom�a y fisiolog�a, y el dominio de la conducta,
respectivamente (Maturana, 1995). Esta mirada invalida la intenci�n de reducir la
conducta a la fisiolog�a que la hace posible.
Maturana dijo que la historia de vida individual de un sistema viviente sigue un curso en el
que tanto el sistema viviente como el medio sufren cambios estructurales congruentes
hasta que el sistema viviente muere (Maturana, 1995).

El dominio fenom�nico de la din�mica estructural de un sistema es operacionalmente auto-
contenido en el sentido de que todo lo que pasa en �l, toma lugar como cambios
estructurales en �l, y ocurre en �l, en cada instante determinado en su estructura en ese
instante. En contraste, el dominio fenom�nico en el que un sistema existe como totalidad
no es operacionalmente auto-contenido porque los fen�menos en �l surgen en el
encuentro del sistema con el medio que tambi�n opera como un sistema independiente
determinado estructuralmente. Pero, y aunque estos dos dominios fenom�nicos no se
intersecta, y por lo tanto, no pueden ser reducidos el uno al otro, los cambios de uno
afectan lo que pasa en el otro.

Esto es as� porque hay un relaci�n mutuamente generativa entre ellos a trav�s de las
interacciones estructurales actuales del sistema viviente y el medio. De acuerdo a
Maturana, y aunque la totalidad de un sistema es operacionalmente constituida por su
organizaci�n (la relaciones entre sus componentes que especifican su identidad de clase),
su actual operaci�n como un todo, como existe como totalidad, es realizada en y a trav�s
de la operaci�n de su estructura (los componentes m�s las relaciones entre ellos que
realizan al sistema particular como una caso particular de una clase particular), de modo
que como sistema interact�a como totalidad, lo hace a trav�s de la operaci�n de sus
componentes (Maturana, 1987).

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